21 de octubre de 2009

"Mientras tanto..." - Rubén Damore



Corté y aún retumbaba tu voz en mis oídos. La noticia daba vueltas por mi cabeza. Sentí que el peso de mi cuerpo aún no había caído totalmente en mis zapatos. Parecía flotar.
Comencé a caminar por las veredas deshechas por un nuevo desperfecto de quien sabe que empresa, las bocinas, insoportables superaba cualquier capacidad auditiva, el humo de los colectivos se colaban por los pulmones, el apuro de la gente por llegar a ninguna parte me golpeaba el hombro de frente y por detrás, jóvenes ofreciendo folletos a diestra y siniestra, perros ensuciando las veredas… y de repente unos mosaicos familiarmente azules aparecieron bajo mis pies.

Se trataba de nuestro antiguo café. Entré y tomé asiento en la mesa que daba a la avenida. Era la que más te gustaba. Decías que era la que lograba separar la dura realidad que caminaba a metros de allí con el cielo donde flotaba nuestro amor en medio de una música suave. Siempre me sonó a cursi esa definición…

El mozo sigiloso se acercó. Le pedí un cortado entre sonrisas que se derramaban sin quererlo. Me miró ofuscado y revisó su chaqueta. Tenía el último botón desabrochado. Pero esa no era la causa…

Tomé una servilleta y el bolígrafo que guardaba siempre en mi maletín. Con el capuchón entre los dientes volví a garabatear nuestras iniciales y aquellas viejas palabras que significaron el inicio de nuestro amor.

En la tinta azul, una gota salada dispersó la letra. El mozo, ahora él con una sonrisa, me dijo:

-Que le pasa amigo…? acomodando el pocillo, el vaso de agua y el ticket del revés en un borde de la mesa, ya no le parezco gracioso…?

Lo miré frunciendo el ceño y con una sonrisa arrancada desde la emoción le balbuceé:

-Estoy feliz!! voy a ser papá… viejo! Voy a ser papáaa!!!!




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