Todos coincidirán conmigo en que durante estos 30 días estaremos afortunadamente expuestos.
Expuestos a las alegrías, tristezas, odios, celebraciones medidas, otras no tantas, disensiones varias y hasta de la nostalgia por lo que no pasó.
Es la vida puesta a prueba en un plazo fijo.-
Nos veremos reflejados en un grito de gol como si fuera el momento sublime de nuestras existencias.
Son instantes que ningún dinero puede comprar.Dejamos de lado cualquier diferencia.
No existe espacio para la discriminación, ni sexo ni religión que lo pueda debilitar.
El Mundial y su omnipotencia es su esplendor.
Nunca mejor aplicada aquella frase que dice “hasta el noble y el villano bailan y se dan la mano sin importarles la facha…”
A partir de aquí, los argentinos nos olvidaremos que cada uno es cada cual, uniformaremos nuestras pasiones, para luego regresar al origen y volver a ser, volver a pensar.
Aunque a fuerza de ser sinceros, no será lo mismo hacerlo con la resaca de un título mundial que con las manos vacías.
El fútbol también tiene razones que la razón no entiende.-
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