15 de julio de 2010

"Ahí anda España..." - Gerardo Moskowicz

Ahí anda España en los años de tu vejez debatiéndose antes del fin entre las apologías y los rechazos.


En el arrabal amargo de esta vida, el caminito se hace cuesta debajo de remontar. Admira las letras de sus poetas y explota por sus números color sangre que la hieren a partir de la heterodoxia de sus políticas actuales.

Recordaremos aquellos tiempos viejos, buscaremos olvidar todas las noches tristes que nos tocaron vivir, en donde por el devenir del tomo y obligo, la borrachera preanuncia volver.

El escritor y sus fantasmas no serán obstáculo para crear una cultura acorde a esta encrucijada nacional.

Por una cabeza, surcada de aquel lamento cantado que el tango había creado, yira y yira sin parar en la voz de aquel interprete único paseándose gustosa por todo el universo.

Allí tendrán cabida desde Abbadon, el exterminador hasta tango, discusión y clave en muestra de lo que se puede ofrecer.

Adiós muchachos. Un 24 de junio decidió partir.

Queda grabada su melodía de arrabal como un ensueño para la posteridad.

Y vos Ernesto, sos tu única pluma y el universo. ¿Hasta donde llegara tu resistencia?

Una buenos aires romántica, nostálgica, querida por tantos que te veneran, aun hoy siento, en tu voz aterciopelada, arropada de tanta estampa y calidez.

Como héroe de tu propia obra, desterraremos las tumbas que tus crueles novelas nos quieren imponer.

Yo adivino el parpadeo, Carlitos. No habrá día que te dejen de querer.

Felices 99 años maestro. En el túnel de la vida, tu luz junto con la de Matilde estará siempre presente para pintar de intachable calidad humana los tangos que están por venir.

Hoy en mañana puede ser tarde, Sábato es Gardel y El zorzal cada día escribe mejor.

¿Como encasillar a Ernesto Sábato? Un hombre que, desconfiado de la ciencia, se fue a investigar las posibilidades que ofrecía la literatura para analizar problemas existenciales. El fruto fue su novela el túnel, donde describe una historia de amor y muerte ilustrando la soledad del individuo contemporáneo.

A Sábato le interesa reflexionar sobre la locura, entender porque el protagonista mata a la mujer que ama y que esto significa su única vía de salvación.

En “Sobre héroes y tumbas”, quizás la mejor novela argentina del siglo XX, se introduce en si mismo a pesar de hacer un racconto de la historia argentina.

Todo a lo largo de la obra se hace oscuro, pesimista. Su infancia fue cerrada, gris. Sus rasgos eran de un muchacho concentrado, a veces cohibido, con un exagerado malhumor.

Aquella agudeza con que suele adornar sus argumentos, muestran quizás destellos de inseguridad y de debilidad. Cuando su humor se enciende, se lo nota tan perverso como hiriente. Políticamente, su simpatía se volcó hacia el anarquismo 1ro y por el Partido Comunista después. De este

Le atrajo su dogmatismo pragmático. La soledad, intensa y desgarrante era su compañía y junto con la separación de su madre, marcaron para siempre aquel carácter color crepúsculo de otoño.

Sábato, a mi parecer, no es un filósofo. Es un pensador que busca por sus propios medios, solución a los enigmas.

Defiende como nadie la necesidad de una ética y ataca a la literatura usada como propaganda. Semblanza de alguien que casi ya no ve, pero cuya

Mirada sobre la vida es tan cruel como real.

Gardel era un muchacho despierto, simpaticón, irascible, retraído y contemplativo, atenazado por una oscura tristeza y victima fácil del debatimiento.

En la película de su vida, existe un encuadre de canciones enmarcadas en las luces de Buenos Aires, que le susurran “espérame”. ¿Como no creer en esos sueños de juventud cuando de utopías se vive?

Los tangos bar se vestirán de fiesta, atestados de cazadores de estrellas ilusos con que el tango de Broadway será igual de melancólico que en Buenos Aires.

Sacudirá su viejo smoking para reafirmar su fina estirpe por Palermo y allí entonar aquel Leguizamo Solo para alentar a quien tantos dividendos podrían otorgar.

No fue anclao en Paris donde pudo escoger aquella milonga sentimental que lo haga olvidar del malevaje al que ya se había acostumbrado.

No abra silencio que lo haga callar. Aquella cumparsita que lo supo acompañar vibrará junto con nosotros y unas intrépidas palomitas blancas habrán de sobrevolar Buenos Aires y Paris para sostener un mano a mano lleno de afectos y emoción. Sus ojos se cerraron. Su voz jamás se apagará.

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