17 de junio de 2010

"FELIZ DIA DEL PADRE!! -Un mundo celeste y blanco-" - Rubén Damore

Es un domingo fresco pero con sol radiante, ése que nos gusta a ambos.

El trayecto que nos separa de nuestros lugares de residencia está unido por muchos llamados telefónicos y por esa autopista que une al Norte con el Sur bonaerense.
Como tantos domingos que viniste a mi encuentro, hoy es mi turno de ir a buscarte. Obviamente iré sola, los chicos ya están grandes y cada uno arma su propio programa.
Sé que estarás esperándome ansioso, como cuando hace muchos años me esperabas a la salida del colegio, tan imponente con tu figura varonil, sonriendo a través de la gente común, porque para mi siempre fuiste especial, más allá que todos los padres son especiales para sus hijas, Vos, como para todas las hijas eras.... y eres único!!!! Aún tengo cincuenta minutos de viaje y los usaré para recordarte pero, a ver, cual de todos los recuerdos elegir...?. todos son tan tiernos, tan llenos de cariños, con tanto amor que supiste enseñarme...
Estoy segurísima que soñabas con que la partera dijera que era un varón, pero fui yo y muy pronto aprendiste amoldarte a las circunstancias y cambiaste ese picadito de fútbol por algún juego de mesa.
Recuerdo que a los cinco ya me llevaste por primera vez a la cancha, a ver a tu Academia. Fue un paseo maravilloso. Y me sorprendiste con una pequeña camiseta blanca y celeste imitación casi genuina de la tuya. El viaje hasta Avellaneda, lo usabas para enseñarme los cánticos alentadores a tu equipo favorito. Al llegar al estacionamiento de los viejos Monoblocks de la calle Alsina, me tomaste de la mano, apurando el paso. Con dos milésimas de segundos te secundaba a los saltos y apretándote fuerte sentí remontar por el aire.

El entrar al estadio, al que mucho tiempo después me di cuenta que era como un gran circo romano, ya me sentía la persona más importante del mundo.... ¡Me habías elegido a mí entre todos tus amigos para ir a ver el clásico!”.
Todo me resultaba sorprendente, la gente en las tribunas envueltas en un celeste y blanco único, saltando y cantando como en una gran payada gauchesca, canciones de ritmo popular pero con letra que hacia referencia al encuentro deportivo y que, luego, la otra tribuna ingeniosamente respondía.
La entrada al campo de juego de nuestro equipo (digo nuestro, porque si bien vos no me habías dicho nada yo ya había resuelto ser de Racing) fue algo emocionante. Me tenías upada entre tus brazos, mientras me relatabas el nombre de cada jugador. El momento sublime fue cuando se produjo ese gol, el del desempate casi sobre la hora y aseguraba la victoria de todos los racinguistas. Recuerdo que estaba parada a tu lado mirándote como levantabas tus brazos en alto, como tu voz se entrecortaba y tus ojos brillaban más que nunca mientras unas pequeñas lágrimas de felicidad rodaban a la luz del sol.
¡¡Eras mi ídolo!! no solo por esa tarde sino por todos los cuidados que me propiciaste y lo que vendría luego con los años, por esas innumerables charlas que tuvimos, donde siempre te las rebuscaste para hablar aunque el tema fuera candente...
Por eso y por todo lo que hiciste para que me convirtiera en lo que soy, hoy voy a tu encuentro...
Me preparo porque estamos con el tiempo justo para ir a ver a nuestra querida Academia, sé que me estarás esperando en la puerta, un tanto viejito pero siempre tan elegante y... no quiero que mi voz delate la emoción cuando simplemente te pregunte:
"¿Vamos Papá, vamos a ver a Racing?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu tiempo