1 de mayo de 2010

"Un libro redondo" -Rubén Damore

El libro no es poca cosa. No es solo un conjunto de hojas escritas con tapas duras o blandas, atadas y bien apretadas. No, es mucho más que eso.
La pelota de fútbol tampoco es la que venden en los altos, en los negocios, la que los pibes mueren pero no disfrutan. No señor. La bola es la que sentís pegar en el pecho, la que duele en la frente, la que se peina en un pase.
El libro es casi un ente que puede resolver varias cuestiones.
Es un vehículo al amor, al odio, al trabajo, a soñar, a desplegar las alas y soltarse a volar. Es imaginar un mundo diferente, mejor o peor. Es descubrir, es encontrar. Es sentirse libre por el solo hecho de aprender.
Y la pelota, como la siento yo, casi es como él pero pocos la pueden leer, disfrutar.
El mejor homenaje al libro y a la pelota de fútbol son el Negro Fontanarrosa, el Gordo Soriano y Eduardo Sacheri.
Uno Canalla de pura cepa y no por ser un tipo inescrupuloso y temido sino por ser de Central como Fito y el Negro Olmedo, como magia y talento para transportar imágenes y diálogos típicos del fútbol de amigos.
El otro, el Gordo, Cuervo y aunque no pájaro negro y cruel sino más bien un confeso hincha de San Lorenzo. Quiso ser su centrodelantero voluntarioso y goleador pero su pluma le descubrió que podían convivir ambos, escritor y jugador, con idéntica pasión.
Y el tercero, primo por adopción, hincha del Rojo de Avellaneda, llenó las radios y las hojas con el fútbol doméstico, con el tácito acuerdo amistoso de la infancia y con la ternura y picardía que solo da una pelota de fútbol.
Los tres se esforzaron por mostrarme lo que significaba el fútbol: solidaridad, crueldad, egoísmo y amor a los colores en diferentes matices y que existe, al fin, un costado afectivo y sentimental.
Me retrotrajeron a mis sábados deportivos, a los amigos del verde y el mosaico, al vestuario, al aroma a aceite verde, al dolor del patadón, al frío mañanero, al rocío nocturno, al calor despedazante del mediodía pero siempre con una bocha debajo de la suela.
Gracias a los tres por representar mejor que bien lo que representa un deporte para una sociedad, pero por elevar el juego y la complicidad antes que el vil comercio y la estupidez que lo rodean.
Gracias por las ganas, gracias por las musas…

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