20 de enero de 2010

"Parque Lezama" - Rubén Damore

En la gran manzana dominada por las calles Brasil, Paseo Colón, Martín García y Defensa, de alrededor de 4 has, donde hace mucho eran tierras bañadas por el Río de la Plata y donde, al pie de su barranca, corría una desembocadura del Riachuelo y donde se construyó el primitivo puerto, allí, precisamente allí, está el Parque Lezama. La historia de este parque es casi increíble e insólita.

Actualmente los vecinos la utilizan para sus caminatas, ejercicios, bicicleteadas, mateadas bajo el sol, espectáculos de rock, folklore, hasta de teatro; es más, si cierro los ojos puedo verme descender de una de sus barrancas con mi carrito de rulemanes y la nariz impregnada de ese aroma cálido a galletitas que salía de la vieja Canale.
Lleno de diferentes árboles, plantas, el canto de miles de pájaros, los fríos monumentos, su fuente, el anfiteatro, el museo, la calesita, las hamacas.
La zona de la barranca (actual calle Defensa) era propiedad de Don Manuel Gallego y Valcarcel, secretario del virrey de Portugal, quien se la vende en 1812 en remate publico a Don Manuel Mackinlay, por eso se la conocía como barranca del ingles.
La zona en los siguientes años tomo una fisonomía propia, las familias mas adineradas pasaban allí sus veranos disfrutando del fresco y natural paisaje.
La verdadera belleza de la quinta llego en 1857 cuando un acaudalado salteño, don José Gregorio Lezama, adquiere la quinta de Horne y la amplia con un total de 80.000 Km. cuadrados.
Un año después, edifica una majestuosa casona estilo italiano con galería exterior, verjas, torre, mirador, hornacinas, estatuas y macetones. Su interior era de un gusto exquisito, decorado por el artista uruguayo León Palleja. Lezama apasionado de las plantas, convirtió toda la extensión de sus tierras en un enorme jardín, (hizo traer de Europa plantas exóticas y árboles hermosos), como no había igual en Bs As, ornamentado de estatuas de mármol y vanos renacentistas, allí las familias mas encumbradas podían contemplar un bellísimo paisaje y el río en toda se extensión, el nuevo barrio de La Boca y las imponentes mansiones de Barracas al Norte.
En 1889 fallece don Gregorio y su viuda doña Ángela de Alzaga vende las tierras y la hermosa casona a la municipalidad de Buenos Aires, con la única condición que el parque, lleve el nombre de su difunto esposo y se convierta en un gran paseo público y gratuito.
En 1899 se instalaría allí el Museo Histórico Nacional, destinado según sus fundamentos, para el mantenimiento de las tradiciones de la “Revolución de Mayo y de la Guerra de la Independencia”.
Con el correr de los años el paseo publico se transformo en un lugar con animada actividad social.
Contaba con un tren, calesita, lago artificial, tambo, teatro al aire libre, pabellón para banquetes, circo, anfiteatro, un restaurante y un cine, el primero que funciono en el barrio de San Telmo. En 1931 se quitó la hermosa verja que rodeada toda la extensión de la quinta. A partir de entonces el paseo fue completamente libre, ya que antes era abierto al público solo los jueves y domingos.
En 1936 se erigió el monumento a la cordialidad internacional, tributo con que Montevideo rindió homenaje a la “Reina del Plata” cuando cumplió cuatrocientos años. El monumento ubicado sobre Av. Martín García, esta construido en bronce y tiene motivos alusivos a la conquista, la flora y la fauna de las tierras del plata.
En 1938 el parque tomo su aspecto actual, se construyo la fuente ubicada sobre la calle Brasil, en el sitio del antiguo anfiteatro, el monumento a Pedro de Mendoza y el busto del alemán Ulrico Smidell (acompañante de don Pedro de Mendoza y primer cronista de Buenos Aires).
“La loba Capitolia” de bronce, (recientemente robada) se trasladó desde el Parque Patricios al cierre del zoológico del Sur en 1939.
Dijo Sabato escribió una vez...
“He vuelto a aquel banco de Parque Lezama, lo mismo que entonces se oye la noche, la sorda sirena de un barco lejano. Mis ojos nublados te buscan en vano. Después de diez años he vuelto aquí solo, soñando aquel tiempo oyendo aquel barco. Mis penas vencieron. El tiempo y la lluvia el tiempo y la muerte, ya todo llevaron.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu tiempo